martes, 31 de enero de 2012

El cuarto propio




Me gustaría que leyeran este fragmento del libro "La habitación propia" de Virginia Woolf y que comentáramos sobre lo que quiere decir la autora.

La hermana de Shakespeare

“Y pensé en aquel anciano caballero, que ahora está muerto, pero que era un obispo, creo, y que declaró que era imposible que ninguna mujer del pasado, del presente o del porvenir tuviera el genio de Shakespeare. (…)

A pesar de todo no pude dejar de pensar, mirando las obras de Shakespeare en el estante, que el obispo tenía razón cuando menos en esto: le hubiera sido imposible, del todo imposible, a una mujer escribir las obras de Shakespeare en la época de Shakespeare. Dejadme imaginar, puesto que los datos son tan difíciles de obtener, lo que hubiera ocurrido si Shakespeare hubiera tenido una hermana maravillosamente dotada, llamada Judith, pongamos. Shakespeare, él, fue sin duda -su madre era una heredera- a la escuela secundaria, donde quizás aprendió el latín -Ovidio, Virgilio y Horacio- y los elementos de la gramática y la lógica. Era, es sabido, un chico indómito que cazaba conejos en vedado, quizá mató algún ciervo y tuvo que casarse, quizás algo más pronto de lo que hubiera decidido, con una mujer del vecindario que le dio un hijo un poco antes de lo debido. A raíz de esta aventura, marchó a Londres a buscar fortuna. Sentía, según parece, inclinación hacia el teatro; empezó cuidando caballos en la entrada de los artistas. Encontró muy pronto trabajo en el teatro, tuvo éxito como actor, y vivió en el centro del universo, haciendo amistad con todo el mundo, practicando su arte en las tablas, ejercitando su ingenio en las calles y hallando incluso acceso al palacio de la reina. Entretanto, su dotadísima hermana, supongamos, se quedó en casa. Tenía el mismo espíritu de aventura, la misma imaginación, la misma ansia de ver el mundo que él. Pero no la mandaron a la escuela. No tuvo oportunidad de aprender la gramática ni la lógica, ya no digamos de leer a Horacio ni a Virgilio. De vez en cuando cogía un libro, uno de su hermano quizás, y leía unas cuantas páginas. Pero entonces entraban sus padres y le decían que se zurciera las medias o vigilara el guisado y no perdiera el tiempo con libros y papeles. Sin duda hablaban con firmeza, pero también con bondad, pues eran gente acomodada que conocía las condiciones de vida de las mujeres y querían a su hija; seguro que Judith era en realidad la niña de los ojos de su padre. Quizá garabateaba unas cuantas páginas a escondidas en un altillo lleno de manzanas, pero tenía buen cuidado de esconderlas o quemarlas. Pronto, sin embargo, antes de que cumpliera veinte años, planeaban casarla con el hijo de un comerciante en lanas del vecindario. Gritó que esta boda le era odiosa y por este motivo su padre le pegó con severidad. Luego paró de reñirla. Le rogó en cambio que no le hiriera, que no le avergonzara con el motivo de esta boda. Le daría un collar o unas bonitas enaguas, dijo; y había lágrimas en sus ojos. ¿Cómo podía Judith desobedecerle? ¿Cómo podía romperle el corazón? Sólo la fuerza de su talento la empujó a ello. Hizo un paquetito con sus cosas, una noche de verano se descolgó con una cuerda por la ventana de su habitación y tomó el camino de Londres. Aún no había cumplido los diecisiete años. Los pájaros que cantaban en los setos no sentían la música más que ella. Tenía una gran facilidad, el mismo talento que su hermano, para captar la musicalidad de las palabras. Igual que él, sentía inclinación al teatro. Se colocó junto a la entrada de los artistas; quería actuar, dijo. Los hombres le rieron a la cara. El director -un hombre gordo con labios colgantes- soltó una risotada. Bramó algo sobre perritos que bailaban y mujeres que actuaban. Ninguna mujer, dijo, podía en modo alguno ser actriz. Insinuó… ya suponéis qué. Judith no pudo aprender el oficio de su elección. ¿Podía siquiera ir a cenar a una taberna o pasear por las calles a la medianoche? Sin embargo, ardía en ella el genio del arte, un genio ávido de alimentarse con abundancia del espectáculo de la vida de los hombres y las mujeres y del estudio de su modo de ser. Finalmente -pues era joven y se parecía curiosamente al poeta, con los mismos ojos grises y las mismas cejas arqueadas-, finalmente Nick Greene, el actor-director, se apiadó de ella; se encontró encinta por obra de este caballero y -¿quién puede medir el calor y la violencia de un corazón de poeta apresado y embrollado en un cuerpo de mujer?- se mató una noche de invierno y yace enterrada en una encrucijada donde ahora paran los autobuses, junto a la taberna del "Elephant and Castle".

Esta vendría a ser, creo, la historia de una mujer que en la época de Shakespeare hubiera tenido el genio de Shakespeare. Pero por mi parte estoy de acuerdo con el difunto obispo, si es que era tal cosa: es impensable que una mujer hubiera podido tener el genio de Shakespeare en la época de Shakespeare. Porque genios como el de Shakespeare no florecen entre los trabajadores, los incultos, los sirvientes. No florecieron en Inglaterra entre los sajones ni entre los britanos. No florecen hoy en las clases obreras. ¿Cómo, pues, hubieran podido florecer entre las mujeres, que empezaban a trabajar, según el profesor Trevelyan, apenas fuera del cuidado de sus niñeras, que se veían forzadas a ello por sus padres y el poder de la ley y las costumbres? Sin embargo, debe de haber existido un genio de alguna clase entre las mujeres, del mismo modo que debe de haber existido en las clases obreras. De vez en cuando resplandece una Emily Brönte o un Robert Burns y revela su existencia. Pero nunca dejó su huella en el papel. Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir.”Me gusta · · Dejar de seguir esta publicación · Ayer a las 12:14



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Olga Liliana Reinoso
Es evidente la desvalorización que se hace de la inteligencia y talento femeninos,sin poner en la balanza que estaban privadas de acceder al conocimiento, manifestar su pasión por las artes, ser actrices sin que las trataran peyorativamente y ni siquiera podían elegir el compañero para su vida. Cuántas mujeres geniales deben haberse perdido en el fárrago del olvido por culpa de esta incivilización machista que les negó la igualdad de derechos.
Hace 23 horas · Me gusta


Ana Maria Vílchez Bueno en esa época era impensable que la mujer ocupara el lugar de un hombre y menos que fuera como Shakespeare a través de la Historia hemos visto como a la mujer la han privado de muchos privilegios y a pesar que hemos avanzado con respecto a esos años, mujeres que nos destacamos en diferentes ámbitos todavía existen, machistas por allí que nos critícan. Que tengan un excelente día.
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Laura Carnovale
La mujer ha sido reprimida y relegada, y aun hoy, muchas sufren todavía los embates de una sociedad machista y retrógrada en muchos aspectos. Pero también es cierto, que en cuanto al arte y la literatura se refiere, no solo las mujeres sinotambién muchos hombres talentosos, quedan en el camino por falta de oportunidades, en un tiempo en el que es necesario conseguir el sustento, en un tiempo en el que el arte no es un medio accesible para sumar ingresos que permitan vivir dignamente. ¿ Es que no todos entienden este amor por las palabras, tan urgente e indispensable? De todos modos, siempre albergo en mi interior, las palabras de Ernesto Sábato, y me aferro a ellas para seguir y creer que todavía, quizá no está todo perdido.
"... Y al igual que cuando nos creemos perdidos y sin rumbo fijo, así también nuestra vida toma movimientos en apariencia indeterminados, pero que en el fondo, una voluntad desconocida para nosotros nos conduce hacia los lugares en que nos encontraremos con hombres o cosas fundamentales para nuestra existencia" E. Sábato ( Antes del Fin)
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Emilia Marcano Quijada
Interesante. Me pregunto ante todo esto si una crápula como yo, salida de las calles e inspirada por una cloaca puede hacer de tanto estiércol vivido una OBRA LITERARIA de altura. De hecho hay gente que me dice: PARA QUE ESCRIBE SI NO GANA DINERO POR ESO? Escribo porque callé toda mi vida. No hacerlo seria una infamia ante un devenir histórico que redujo a la mujer a guardar silencio, pues no sabía hacer otra cosa sino callar y obedecer.
El silencio en la mujer es símbolo de sumisión y dependencia. Ya de ambas cosas tengo bastante. Saludos. :)
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Laura Carnovale Emilia, yo no creo que seas una crápula. Escribir, para mi es un placer y una necesidad, como seguramente lo es para todos los que amamos la palabra. El otro día leí la nota del Sol de Margarita ( se llama así, no), me impactó tu historia, o por lo menos lo que se dejaba ver de ella, y me inspiró un profundo respeto y admiración. Te lo digo sinceramente. Besos!!!
Hace 16 horas · Me gusta · 1


Susana Beatriz Fondado Esta historia si bien se remonta a la época de Shakespeare, todavía es actualidad ya que en algunos países la mujer debe caminar unos pasos detrás del hombre, en otros no se les permite a educación y prefieren dejarla morir antes de que la atienda un médico hombre.
Hace 16 horas · Me gusta · 1


Emilia Marcano Quijada laura, gracias. no lo digo por etiquetarme. más bien es un precedente que tengo y que no puedo obviar. mi poesía se alimenta de mi misma... tengo una magnifica opinión de mi misma. gracias por su respeto. abrazos!!
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Patricia Martin
Pero que tema...Que tema tan distante y tan vigente,no?Porque aunque hoy la máscara superficial de la sociedad muestre lo contrario,asegurando para la mujer cupos en las bancas políticas,o simplemente en empleos,la discriminación sigue subsistiendo bajo ese manto encubierto de generosidad masculina...Cómo si realmente hubiéramos sido creadas a su imagen y semejanza y debiéramos pagar con creces tamaña idiotez escrita por hombres que en un tiempo lejano utilizaban el dominio de la sociedad para someter al pueblo,y especialmente a la mujer....Y vaya que lo lograron.hasta el día de hoy que no podemos quitar del todo esa mala espina que nos han legado...
Hace 11 horas · Me gusta · 2

Herminia Lægreid
Durante mucho tiempo los hombres defendieron la idea de que la mujer era incapaz de hacer nada "serio". En los códigos civiles apareció junto a los niños, con las mismas capacidades para disponer de su vida. No se le permitía heredar, ni comprar nada a partir de cierto valor sin permiso masculino. En los códigos penales fue castigada por adulterio mientras el adulterio masculino era considerado una cuestión menor producto de la incontrolable sexualidad masculina. Esto no fue siempre así, hubo un espacio y un momento en que la mujer y el hombre fueron solo criaturas sobre el planeta, miembros de una especie desvalida fisicamente para la supervivencia y dueños de un cerebro con conexiones nerviosas especiales que permitieron la inteligencia. Entonces, dado que si abrimos un cerebro masculino y uno femenino y no encontramos diferencias que permitan sostener la idea de que el hombre es más inteligente que la mujer y que la mujer sufre limitaciones para la creatividad o el estudio: la cuestión de la marginación femenina debió surgir en un momento histórico, vinculada a un tipo de sociedad que la convirtió en ser frágil, digno de protección y con el tiempo, inferior. Y ese momento histórico fue el nacimiento de las sociedades guerreras. La guerra es masculina, convierte a mujeres y niños en criaturas frágiles dignas de protección y sin derechos. Si miran a su alrededor seguimos viviendo en sociedades guerreras y el día en que la mujer vuelva a dejar su huella en el mundo, una huella conservadora de la vida, pues ella la da, ese día el mundo será mejor, Pero queda mucho camino.
hace aproximadamente una hora · Me gusta



Irne Vinci Es increíble todo el camino recorrido, es impensable el que todavía falta por recorrer, porque muchas cosas no hay cambiado sólo han mutado, las condiciones, en el fondo, aparecen perpetuadas a veces por nosotras mismas: las mujeres que creamos y nos creamos estos mundos
Hace 15 horas · Me gusta


Adriana Lamela
Si encasillamos a las cosas o como en este caso, a las personas, en determinada època, con determinadas circunstancias políticas, sociales, etc y prentedemos compararlas con otros elementos y/o seres ubicados en un nivel superior -no importa ahora la razón de la escala - seguramente nos faltarán ejemplos para poner en la tabla y poder compensar el peso... o el número. Pero, en todas las épocas y en todas las situaciones existieron genios, talentos y creativos. La diferencia radica en la posibilidad de "hacerse visible" que éstos tuvieron o tendrán....probablemente hubo alguna mujer en la época de Shakespeare que podría haberlo superado incluso, pero, como dicen por ahí mis compañeras, tal vez no tuvo la oportunidad siquiera de ser consciente de ese don...
Hace 11 horas · Me gusta · 1

Herminia Lægreid Hubo muchas, muchísimas que tenían el germen de la creatividad dentro y fue destruido al negársele algo tan elemental como la alfabetización. Hablamos de clases altas, pues la alfabetización no era un derecho en épocas pasadas para los pobres.
Hace 2 minutos · Me gusta

Herminia Lægreid En la época victoriana hubo mujeres que estudiaron en la universidad negando su feminidad, vestidas de hombres, fingiendo ser hombres y firmaron sus obras con nombres masculinos para que pudieran realizarse.
Hace un minuto aproximadamente · Me gusta

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